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Simple. Voy a dormir y tengo un sueño, luego vengo y te lo cuento.

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Con Lucy en el hotel

*Con este sueño decidí comenzar este blog. Se lo dedico a Lucy.

11 Marzo, 2010
Lucy. La soñé una vez más. Estábamos varias personas en un hotel, lejos de casa. Por azares del destino me tocó encontrármela ahí... Recuerdo que estábamos juntos, con gente de todos lados pero sin saber por qué. Un cuarto de hotel común, dos camas. Ella estaba vestida como la recuerdo mejor y yo estaba vestido de hippie, chaleco de cuero, pantalones bombachos, sin camisa y con una guitarra colgada en la espalda; eléctrica.
Hablé con Lucy durante un rato, se comportaba un poco indiferente conmigo, lo que me sorprendió ya que consideraba que teníamos suficiente historia en nuestros pasados como para que me pusiera un poco más de atención. Me habló de lo fantástico que es el lugar en donde vive, me habló de un muchacho que conocía, mientras portaba una sonrisa que me partía el alma. –Y entonces me dijo que me amaba.– fue lo único que escuché mientras me enseñaba un cuadernillo con firmas. Vi la firma de este puñetas por puro compromiso, luego la vi a los ojos y le dije con falsedad –¡Qué bueno!– No recuerdo qué pasó después con exactitud, pero era hora del evento principal, así que nos salimos del cuarto y pasamos por el pasillo angosto del hotel, doblamos a la derecha al final del pasillo y llegamos a un salón más grande, no había puerta, sólo un hueco para pasar. Dentro del salón, del lado izquierdo, había un estilo de sillón o hamaca colgada de dos tubos. A la derecha pegado a la pared, estaba un piano en donde un tipo estaba tocando una pieza que jamás había escuchado. Me agrada. De frente, estaba lo que parecía ser un túnel por donde viajan los metros. Había también un pequeño escalón antes del túnel y enfrente del escalón, sobre el túnel, estaba algo que parecía ser un gran asador lleno de brasas calientes que estaba siendo supervisado por dos señoras ya grandes que comenzaron a brincar y balancearse, haciendo un ritual silencioso sobre las brasas. También era visible un riel metálico pegado al techo del túnel, con ganchos filosos apuntando hacia la derecha.
Quizás haya sido causa de estas señoras que por medio de sus danzas, el riel comenzó a avanzar y reveló partes del cuerpo de un cerdo, primero la cabeza y luego las patas. Me disgusté ante esta visión tan grotesca y me dirigí al piano, donde comencé a tocar junto con el hombre, por pura diversión comencé a tocar una secuencia de acordes sin armonías y a descargar mi furia en el piano, sin embargo, lo único que escuchaba era una misma pieza perfecta, como una grabación.
Después de un rato me empecé a preguntar qué había pasado con Lucy y decidí ir a buscarla. Aproximándome al túnel del metro vi que a la derecha había un sendero de bajada que tomé para saber qué había al final.
Campos de hierba y un enorme lago se divisaban a lo lejos, hacia la derecha el lago que parecía mar, pero era lago; también había a la izquierda una pequeña casa que parecía estar en ruinas y estaba llena de orificios que muy probablemente fueron causados por balas.
Ahí fue cuando vi a los hombres con metralletas y bandanas salir de la casita hacia mi dirección, así que me regresé enseguida por el sendero. En mi prisa, no le di mucha atención al hecho de ver a Lucy observando flores al costado del sendero, mientras un tipo le decía con cierto aire de manipulación –Ándale, nos podemos ir juntos en el viaje de regreso... Al cabo que el avión no llegará hasta las seis de la mañana, tenemos tiempo de hablar.– Justo lo que yo estaba pensando en decirle cuando la viera. Que curioso. Al regresar al salón, me di cuenta de que ya nadie tocaba el piano y todos estaban agachados alrededor de las brasas, devorándose al cerdo (cocinado, espero) con las manos y a mordidas. Una visión repugnante y salvaje. Me quería regresar al cuarto, pero me encontré a Lucy, estaba acostada en el sillón/hamaca y el mismo tipo del sendero le daba un masaje en los pies; cortejándola y esperando conseguir lo que quería. Sabiendo que ya pasó mucho tiempo y que en mi vida ya no existe la posibilidad de regresar a lo que amaba, seguí adelante. Salí del salón y entre al pasillo que tomamos para llegar ahí en el primer lugar; este pasillo era muy angosto, te tenías que ir de lado para poder pasar, mas a la mitad del camino, había un elevador a la derecha, en donde el pasillo se volvía más espacioso, –Para los discapacitados.– pensé.
Llegando a ese espacio, me encontré con un hombre y una mujer bastante alebrestados, parecía que buscaban algo, en el cuarto. ¿Cómo lo sé? Es mi sueño, fuck off. Lo que ustedes necesitan saber es que estaban exasperados y me querían hacer daño. Agarré la guitarra de mi espalda y le metí un tremendo golpe en la cara al hombre, la mujer se me vino encima y me agaché para esquivarla; entonces salí corriendo y me metí al cuarto, cerrando la puerta detrás de mí.
El cuarto, se veía igual, pero había gente que no correspondía. Una persona acostada en la cama derecha, tapada hasta la cabeza. No sé quién es. Lucy estaba recostada en el mismo lugar en donde estuvimos platicando y fui con ella. No me quería ver a los ojos y no respondía a mi voz. Me entristecí. Inmediatamente escuché mucho ruido del otro lado de la puerta y ésta cedió ante los golpes después de unos segundos. Entraron los hombres con sus metralletas y bandanas y comenzaron a disparar por todos lados como si no hubiera un mañana. Yo, desesperado, me aventé junto con Lucy y la abracé para intentar proveer una cierta protección de las balas. Los hombres terminaron de disparar y cuando volteé la mirada, ya no estaban. Fue entonces cuando una voz comenzó a escucharse en voice over. –Se ha terminado. Los rebeldes han matado al Papa.– Y entró la gente al cuarto, gente humilde con sombreros y ropa desgastada, y hombres en trajes detrás. Entraron juntos al cuarto, seis aproximadamente, y se acercaron a la cama donde estaba el tipo cubierto. Lo levantaron y lo metieron en un ataúd barato y frágil de madera. Ni idea de dónde o a qué hora salió el ataúd, simplemente ahí estaba, sobre los hombros de estos hombres. Tampoco hubo un proceso de meter el cuerpo al ataúd, sencillamente ya se encontraba dentro. Se lo comenzaron a llevar y cuando estaban pasando por la puerta, uno de los hombres se tropezó ladeando al ataúd hacia mi dirección y pude ver al hombre que estaba dentro. El Papa Benedicto XVI, tenía los ojos abiertos y la lengua de fuera; portaba una mueca chistosa y sentí ganas de reír al mismo tiempo que sentía cómo era todo demasiado bizarro. Lucy rió.
Y entonces me desperté.

1 comentario:

Verónica dijo...

que...BIZARRO! hahaha
me gustaría poder recordar mis sueños tan claramente como lo haces tu T_T
Que bueno que ya tienes blog :)
Welcome to the club ;D hahaha
Saludos dreamer