¿Cómo funciona todo esto?

Simple. Voy a dormir y tengo un sueño, luego vengo y te lo cuento.

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Cthulu me enseña a correr

Marzo 15, 2010
Esta vez comenzó tranquilo. Iba yo caminando al lado de la universidad, al lado de una avenida transitada, cuando al llegar a la parada de autobús, volteo a la universidad y me doy cuenta de que había una casa excéntrica ahí, así que decidí entrar. Me topé con mi buen amigo Chupitos (definitivamente no es su nombre real) en el piso de arriba y con su pingüino mascota. Como siempre, Chupitos se quejaba de la tecnología y de lo mal que se la pasaba en su casa, me enseñó unas lámparas de su escritorio y me dijo con una preocupación genuina –¡Ya ves! Son brillantísimas. Así no se puede concentrar uno.– Pero yo no le estaba haciendo mucho caso, pues me concentré más en lo que veía por la ventana que estaba detrás del escritorio, en la parada de autobús estaba sentado un enano y arriba había un cable de electricidad con palomas reposando en el mismo; todas equidistantes.
Entonces Chupitos se me quedó viendo y me comentó –Llevamos meses tratando de que se vayan, pero están tercas.– Y le respondí –Tengo una idea, pero no sé si te vaya a gustar. Necesitaré que me la patrocines.– Me vio con felicidad, pero antes de que pudiera decir que sí, el pingüino nos interrumpió con su voz de Sinatra. –De nada servirá, en este lugar no sirve tu intento de pensamiento. ¿Acaso ves a algún ingeniero por aquí? Todos están aprisionados y lejos de aquí.– Pues al carajo, yo tenía mi idea y la iba a consumar. Le pedí a Chupitos un lanzallamas preciso e Isobutano. Mientras me daba todo le inventaba cosas del Isobutano que ni siquiera puedo comprender para que él ignorara al pingüino regordete y feo. Me colgué en la espalda el tanque de Isobutano y me dispuse a apuntarles a las palomas una por una con el lanzallamas. Al disparar, éstas daban un brinquito al mismo tiempo que tiraban una cagada en el suelo, una de ellas le cayó encima al enano y para mi sorpresa, él se dispuso a matarlas a golpes a todas. –Terminé.– Dije triunfante y me fui.
Al salir, me transporté a un lugar diferente donde había mucha gente, si se les puede llamar así, dentro de una casa, casi parecía una granja; no se veían como las personas normales, tenían máscaras o estaban vestidos con cierta excentricidad: calcetas de diferentes colores, sin combinar absolutamente nada, cabellos sucios, pintados, recortados.
En fin, todos conviviendo de cierta forma mientras yo buscaba una salida. Encontré una computadora vieja sobre un escritorio. La prendí y lo primero que vi en la pantalla fueron las montañas de un desierto, más bien, una tierra seca, sin vida; ahí empezó el zoom hasta que llegó al pie de la montaña y pude ver a un granjero parecido al de la pintura American Gothic, que estaba masticando algo mientras tenía una cara monótona, como la de un camello cuando mastica. En lo que prendí la pantalla y me sumergía en lo que veía, pude encontrar a mi madre curioseando detrás de mí, me preguntaba que qué estaba haciendo y por qué. Al voltear a contestarle le vi los ojos falsos y la cara como una máscara. El Gran Cabrón jodiéndome otra vez. Lo ignoré.
Enseguida me di cuenta que ya no estaba viendo la pantalla de una computadora, sino que había entrado a este mundo, junto al granjero, al pie de las montañas desérticas, en medio de la nada. Me dediqué a observarlo. No duró mucho mi tolerancia ya que después de unos segundos comenzó un terremoto, las montañas se separaban y el suelo se agrietaba mientras se escuchaba una voz profunda y maligna desde no sé donde. –Y saldrá de los mares... Y regresará para condenarlos... Y contemplará el sufrimiento y se alimentará de él...– Salió entonces lo que parecía ser Chtulu del suelo, algo que jamás había visto en otros encuentros; tenía cuerpo de humano obeso mientras portaba un traje de lujo y movía su inmensa cabeza tentacular en círculos. El cielo se tornó a un morado rojizo y las nubes se conglomeraron sobre nosotros, las montañas resultaron ser volcanes y comenzaron a hacer erupción.
No sé ustedes, pero yo no necesito más señales de que algo mal está pasando. Salí corriendo como una pequeña niña y el granjero se quedó masticando con la misma cara, no movió un solo músculo. No necesito decirles que fue devorado por Cthulu.
Corrí y corrí hasta que sentí que todo iba pasando. Encontré entonces, en alguna parte del lugar desértico, una casita de madera con un pórtico enfrente y de un solo piso. Entré y me di cuenta de que estaba llena de gente, pero estaban escondidos en los cuartos. Sólo habían tres personas en los pasillos: el padre, la hermanita y la niña endemoniada. Al parecer, esta niña se llamaba Carrie y asumí que era la misma Carrie del maestro Stephen King; el padre y la hermanita me condujeron a una esquina del pasillo, donde debíamos esperar hasta que nos salvaran. Todo esto sucedió mientras Carrie iba de cuarto en cuarto y se escuchaban gritos agónicos. ¿Y estos estúpidos quieren salvarse en la esquina? ¡Ni en mis sueños! Salí corriendo de ahí mientras Carrie se percató de mi existencia y me comenzó a seguir, me sentí un poco más seguro al voltear de reojo y ver que el padre estaba a punto de golpearla con un pedazo de madera justo en la nuca. Cuando llegué al pórtico vi que se había llenado de gente (la misma gente rara de hace rato) en todos lados, todo el desierto los tenía; se aproximaban con terror. Tratando de evitar más conflictos, me subí al techo de la casita y me acosté para que nadie me viera, pero pensé que de lejos sería aún más fácil verme. Mientras me preocupaba por esto, mi punto de vista cambió a tercera persona y me fui alejando cada vez más en un zoom out que dejó a mi disposición el panorama desastroso donde sabes que algo grande, sangriento y doloroso está por suceder en esa casita de madera.
Y entonces me desperté.

1 comentario:

Unknown dijo...

q te fumaste we, q webs leerlo jajaja